Con gran alegría les contamos que, nuestros estudiantes 𝑺𝒐𝒇í𝒂 𝑮𝒖𝒂𝒓𝒅𝒂 𝑪𝒂𝒒𝒖𝒊𝒍𝒑𝒂𝒏 𝒚 𝑩𝒓𝒚𝒂𝒏 𝑺𝒂𝒍𝒊𝒏𝒂𝒔 𝑱𝒆𝒍𝒅𝒓𝒆𝒔, asistieron a la ceremonia de premiación del concurso literario denominado «𝓔𝓵 𝓹𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻 𝓭í𝓪» en su tercera versión, desarrollado por la Librería Gato Caulle de Valdivia, ambos obtuvieron un reconocimiento por sus obras «Emociones del piwke» y «La Navaja» cabe destacar que este año se recibieron 121 relatos de todo el país, por tanto cobra mayor valor que nuestros estudiantes estén entre los 10 finalistas.
Nuestros ganadores recibieron un set de libros y su relato editado e ilustrado en la antología que contiene los diez relatos ganadores de este año.
Instancias como las vividas el pasado sábado, donde el talento es reconocido y aplaudido, son muy significativas para nuestros estudiantes y sus familias, así como también para nuestro liceo, que fue el único técnico profesional en ser premiado.
Felicitamos a Sofía y Bryan por este hermoso logro, y agradecemos a todos quienes apoyaron la gestión.
Emociones del piwke
Sonidos, tan extenso es su significado que es difícil de definir, sonidos que viajan a través del viento, sonidos que nos hacen sentir, sonidos de los pasos
de un caballo que a paso firme me lleva a destino, el tintineo del txarilonko[1] sobre mi cabeza, el sonido de las pfilkas [2] y trutrucas [3] emocionando aún más
mi piwke[4] y una familiar mezcla del olor a radal y humo. A lo lejos se divisa una vista que al paso del caballo me acerco cada vez más, a la llegada me
encuentro con yuntas de bueyes que arrastran sus carretas cargadas de mudai [5], carne, cueros y frazadas, que llegan al igual que yo a las ramadas
hechas con radal y ordenadas en forma de medialuna con vista a la salida del sol, detengo el paso un instante para poder apreciar desde lo alto la belleza de
todas esas ramadas, con sus fogones en la entrada, los caballos, las carretas y la gente vestida con manta e iquilla [6] y el atardecer de fondo embelleciendo
aún más el paisaje, reanudo la marcha para pasar tras las ramadas buscando en cuál de ellas está mi gente, a mi paso observo a los pichiqueche[7] que
juegan distraídos y felices en las carretas desocupadas, a lo que llego detengo el caballo, desengancho mis pies de los estribos lista para desmontar, y en cuestión de segundos logro pisar con mis pies descalzos el suave y fresco pasto de la pampa, fue cuestión de tiempo el entrar a la ramada, acomodar
bien mi vestimenta, el txariwe [8], el kpam [9] la iquilla … fue cuestión de tiempo
el que comenzaran a sonar los cultrunes [10], cultrunes que darían inicio al primer día del ngillatun [11].
~Yarem
[1] Txarilonko: cintillo de plata con colgajos que va sobre la cabeza de la mujer mapuche
[2] Pfilkas: instrumento musical mapuche
[3] Trutrucas: instrumento musical mapuche
[4] Piwke: corazón
[5] Mudai: bebida de trigo fermentada
[6] Iquilla: reboso de mujer
[7] Pichiqueche: niños
[8] Txariwe: faja de la mujer
[9] Kpam: vestido largo que va ajustado con el txariwe
[10] Cultrun: principal instrumento mapuche, que guía el purrum.
[11] Ngillatun: ceremonia mapuche
La Navaja
Hace un tiempo, mis amigos y yo, quisimos entrar a una casa antigua de mi barrio, un día nos armamos de valor y decidimos entrar, planeamos que sería el sábado por la noche reunimos linternas, una cámara de fotos, y yo llevaría mi confiable navaja de bolsillo.
Esa noche estaba particularmente oscura y silenciosa, a lo lejos se escuchaban unos ladridos de perro y los grillos del antejardín de la casa abandonada, había
un orificio como túnel en una de las paredes, decidimos que ese era nuestra entrada, al poner los pies dentro de la casa ya notamos que era un ambiente
tétrico espeluznante, solo una tenue luz iluminaba desde una diminuta ventana.
Las linternas hicieron su trabajo de iluminar y nos percatamos que había una escalera con los escalones notoriamente sueltos y cubiertos por telarañas,
cuidadosamente bajamos, llegamos a un subterráneo, muy amplio, con puertas que conducían a otras habitaciones y fotografías muy raras, latas de comida
vacías. De pronto recordé ver la hora en mi celular, eran las 02:00 de la mañana, pensé en mi padre que estaba convencido que yo dormía en casa de
mi mejor amigo, me angustie al pensar que si me pasaba algo, mi padre no se enteraría.
Seguí mi caminata por esa especie de laberinto, cuando de pronto sentí que algo respiraba a mi espalda, me giré y lo vi, era una cosa tenebrosa una figura
no humanoide con unos brazos largos cara pálida y esos ojos que jamás olvidaré me gruñó desde las sombras, corrí y corrí lo más que podía y esa cosa
me seguía persiguiendo grite ¡ayuda! Mis amigos oyeron mi grito desesperado y tiraron una cuerda a la cual yo me aferré, sentí que me elevaba del suelo, mis
amigos estaban arriba, sobre el techo, tirando con todas sus fuerzas de la cuerda que me sostenía, no solo a mí, sino también a esa “cosa” que se aferraba a mis piernas, en un momento de lucidez, recordé mi navaja suiza,
esa que me regaló mi padre y que siempre llevaba junto a mí, como si fuera un contorsionista de circo, me tiré hacia atrás y corté la cuerda, solo sentí el golpe
de ese ser contra el piso, respiré aliviado.
A la mañana siguiente mi amigo me enseñó una fotografía que le había tomado, mientras esa “cosa” subía por la cuerda, era horrible pensar que algo
así habitaba esa casa, pero lo único claro, es que mi primera noche de investigador de casas abandonadas, sería la última, así como también la
mentira a mi padre. Toqué mi bolsillo derecho, ahí estaba mi navaja, desde hoy más que nunca, el objeto de mi buena suerte.